-¡Vete!-le
dijo a la chica, que se detuvo en seco.
-Pero
yo…
-¡No
me debes nada!-oyó a la manada más cerca-. ¡MÁRCHATE! ¡Vive!-la chica notó algo
extraño en su voz. ¿Alegría?
-Por
favor, resiste… Llegaremos.
Una
bala impactó sobre la pierna del hombre. Gritó de dolor, aunque ya no
importaba.
-¡VETE!
¡Están cerca! Por el amor de Dios… ¡Ve a ese laboratorio y libra al mundo de
esta maldición.
La
chica lloró por aquel hombre muerto que le había salvado la vida y ahora se
sacrificaba por ella, por aquel desconocido al que debía su existencia.
-Adiós,
Caminante…
Y
se marchó.
El
hombre se quitó el respirador, sonriendo por primera vez en mucho tiempo. Se
dio la vuelta en el suelo y dejó caer los tanques de aire, uno vacío y el otro
agujereado.
Se
miró la herida, oyendo las balas perdiéndose en la nada a su alrededor. Allá
por donde la bala del fusil de caza le
había atravesado brotaba sangre, su roja sangre…
Por
mucha vez en mucho tiempo, se sentía feliz.
No
sin dolor, levantó el tronco y miró la herida de su pierna. Tenía mala pinta,
pero... ¿Qué importaba ya?
Apuntó
con su escopeta al frente. “Allá voy, mi vida”, pensó, con una sonrisa en su
rostro. “Por fin volveremos a estar juntos… Por fin”.
Disparó.
*NOTA: Gracias a los que han tenido la paciencia de esperar al final de esta historia. Se ha hecho de rogar, pero aquí la tienen. Espero que la hayan disfrutado mientras leían tanto como yo la disfruté en mi mente. ¡Nos leemos!