Los
pasos del intruso se oyeron subiendo los escalones. El sigilo no era su fuerte.
Preparó el machete…
La
muñeca del tipo asomó por el marco de la puerta, empuñando una pistola.
Descargó con fuerza contra el brazo el filo que blandía y, antes de que pudiera
vociferar por el miembro amputado, saltó al pasillo y le rebanó la garganta. Cayó
por su propio peso.
-No
hay tiempo que perder-le dijo a la joven-. Vayamos a tu refugio. No tardarán
mucho en darse cuenta de que éste no vuelve, así que démonos prisa.
Se
colocó su equipo de buceo a la espalda, su respirador y sus gafas. Fueron al
jardín en la parte de atrás para recoger su kit de emergencia y emprendieron la
marcha.
Saltaron
la valla que separaba el jardín en el que se encontraban y el colindante,
repitiendo la operación jardín a jardín, evitando lo máximo que pudieran la
calle principal.
Oían
a los de la manada registrando casas a medida que las pasaban, extremando las
precauciones para que no les detectaran.
Al
saltar al jardín siguiente no tuvieron tanta suerte.
Se
encontraron de bruces con él, les apuntaba con un rifle de caza y sus ojos
delataban lo que su mascarilla ocultaba: una satisfacción personal sin límites.
Se me ha hecho corta esta parte, y me ha dejado intrigadisima con el desenlace..
ResponderEliminarSí, la verdad es que es muy poco, pero es debido a la falta de tiempo que tengo actualmente (exámenes, clases...), así que intento estirar al máximo posible lo que tengo jaja.
Eliminar¡Saludos y gracias por comentar! Hoy llega la siguiente parte :).