22 de marzo de 2015

Refugio (PdA, parte V)

... Las noticias acerca del incidente, al principio, habían pasado desapercibidas. Algunas páginas en internet se hicieron eco del percance, pero se le restó la importancia que merecía. Hasta los “expertos” pasaron por alto aquello que comenzó como una simple tormenta de arena en algún punto perdido en el desierto del Sáhara. Expertos… “Pobres humanos”, se decía, “No sabíamos lo que se nos venía encima. Fuimos demasiado soberbios y subestimamos la fuerza de la naturaleza… Si es que esto es obra suya”.
         Al cabo de días la tormenta no cesaba, al contrario, crecía de una forma desmesurada para ser una simple tormenta de arena. Su expansión iba en una especie de circunferencia que se internaba aún más en el continente africano y ya había alcanzado el sur de Europa, causando estragos y arrasando la cordura de las personas allá por donde pasaba.
         ¿Cuánto tiempo hacía que no veía un niño? Prefería no pensarlo. Sin duda, las personas con problemas respiratorios habían sido los primeros en sucumbir, junto con los ancianos y los niños. ¿Cuántas personas seguirían vivas en ese mismo instante? Los pocos supervivientes que quedaban a estas alturas, con seguridad, o bien habían dado rienda suelta a los impulsos más primitivos del ser humano y dejaron que la locura manejara sus actos o bien, como el hombre, caminaban sin rumbo en busca de un lugar mejor. La esperanza era lo único que se perdía.
         Inmerso en sus pensamientos, alcanzó al fin una de las zonas residenciales de la ciudad.
         Haciendo un gran esfuerzo por distinguir lo que había ante sus ojos, vislumbró una calle ancha y coches aparcados a ambos lados de la carretera. Se acercó a la casa más próxima de su posición e intentó abrir la puerta. Le costó. Era una buenísima señal… Cuanto más complicada de abrir, más posibilidades de encontrar lo que necesitaba en el interior.

         Consiguió arrastrar la puerta, que rugió contra el suelo y dibujó el movimiento de apertura sobre el polvo que lo cubría por completo. Cerró tras de sí y comprobó su regulador. Le quedarían aproximadamente dos horas de aire. Siguió adelante...

2 comentarios:

  1. Por fin das a conocer el origen de esta angustiosa historia. ¿Encontrará algo interesante en la casa? Apuesto a que la historia nos dará muchas sorpresas. ¡No dejes de escribir, eh?!

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    1. ¡Hola! :)
      Solo unas pequeñas pinceladas. Tengo más pensado... Y mucho más extraño jaja.

      Gracias por leer y comentar. ¡Saludos!

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