... Se quitó la
mascarilla y extrajo los conductos de aire de la botella gastada, apretando con
el pulgar contra la boquilla de salida del aire para evitar que se metiera la
arena en suspensión, desacopló el filtro-compresor de la bombona llena y le
introdujo el sistema de respiración con la mano libre. A continuación, se
colocó de nuevo el respirador y cogió aire varias veces para comprobar que
siguiera funcionando correctamente a la par que ponía a funcionar el
dispositivo de “purificación de aire” en el nuevo tanque. Todo en orden.
Finalizado el proceso, llevó las
botellas al pie de la escalera (donde había dejado el resto de sus
pertenencias) y comenzó con la organización de los objetos.
Colocó en el primer escalón el machete
y la escopeta, recolocó los objetos dentro de la mochila de manera que quedaran
uniformemente repartidos y, sobre ellos, metió a presión el saco de dormir. A
los lados de la mochila ajustó las correas para que quedaran bien sujetos los
tanques y no resbalaran con el movimiento al caminar. Cuando hubo terminado, se
lo colocó todo a la espalda, con cuidado de no desconectar los tubos que le
proporcionaban aire. Por último, el machete a la cadera y la escopeta colgando
del hombro. Estaba preparado para emprender de nuevo su viaje a ninguna parte.
Salió de la casa y la dejó atrás sin
volver la vista al camino que dejaba tras su paso. Unos pocos minutos más
tarde, la densa arena en suspensión se encargó de no dejar ni rastro de la
presencia del hombre que había estado allí.
No sabía cuántos días había estado
caminando por aquella angosta carretera, pero al ver el cartel que indicaba la
llegada a una pequeña ciudad sintió un pequeño, muy pequeño alivio, pues sus
reservas de agua y de comida estaban a punto de desaparecer, a pesar del
cuidado que había depositado en el control del consumo, un estricto, a la par
que necesario, racionamiento, con el propósito de estirar lo máximo posible la
duración de los víveres…
La nostalgia le hizo recordar los
supermercados. “No te hagas esto, no vas a conseguir nada”, se decía a sí mismo
cada vez que volvía a recordar un pasado en el que algo tan básico como el
comer se daba por sentado.
No podía evitarlo. ¿Quién iba a pensar
en que iba a ocurrir esta catástrofe?...
¿¿Pero qué catástrofe ha pasado?? Madre mía. Cada día me dejas con aún más ganas de saber qué pasa en esta historia. Eres como Sherezade en las "Mil y una noches" ;)
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarPerdona por no responderte ayer, estuve demasiado ajetreado jaja. ¡Lo siento!
Bueno... No prometeré que se desvelará en las próximas entradas porque la historia está hecha ya, pero... En mi mente está todo jaja. Lo que estoy publicando es sólo una parte de lo que quiero llegar a hacer con este "mundo" que ha nacido...
Pero al igual que te digo que no se desvelará, sí que tengo ideado ya cómo se ha desatado todo. Pero es algo mucho más denso y, actualmente, no tengo todo el tiempo que me gustaría dedicarle a una cosa que quiero ir muy despacio y mimar mucho...
... Sherezade era mucho mejor que yo contando historias :P.
¡Gracias por pasarte, leer y comentar! :)